Desde el Colectivo Cultural Neón-Púrpura nace Crisis/Decadencia/Transformación como un proyecto expositivo que se desarrolló en el patio de la Biblioteca Municipal de San Cristóbal de La Laguna y ahora continúa en el Espacio Cultural El Tanque.

4 mar 2013


Las barbies nacían en una factoría China o de vaya usted a saber dónde, vivían en manos de millones de niñas de todo el mundo e iban a morir, en el más ecológico de los casos, en el contenedor de plástico del basurero de turno. Ahora esa ecuación se altera porque empezamos a descubrir que nuestros objetos inútiles pueden ser útiles para otros gracias a mercadillos y tiendas de segunda mano. Lo que creemos basura vale dinero. Debe existir un momento en las vidas de millones de niñas del mundo en el que deciden que las barbies ya no merecen la pena. ¿Será el punto de despegue de la adolescencia y el fin de la infancia? Qué bonito quedaría eso en un texto para una expo nominada con una tétrica frase de muerte. Pero no, algunas niñas precavidas guardan las barbies, otras las regalan, otras las llevan todas guapitas ellas a los mercadillos de por ahí para hacer negocio y comprarse otras cosas, qué se yo, Monster Highs o gloss con purpurina picante. Ahí aparece Encarni, el terror de los rastros, dispuesto a hacerse con cuanta barbie se le cruce por delante. Las guarras malas dirán que es una frustración sexual de su niñez, que intenta ser a través de las barbies la niña que nunca fue. Pero Encarneviva lleva una vida obsesivo-compulsiva: si le da por las barbies, a por todas las barbies, al igual que le da por Madonna, por Raphael y por los objetos de abuela. Además, es demasiado peludo como para anhelar una niña que nunca quiso ser.

Entonces, si la desaparición de las barbies no quiere decir que sus antiguas dueñas se hagan preadolescentes insoportables con olor a sudor y a pipas, bella metáfora, lo que sí es una gran verdad es que Carni coge las barbies y les da otra vida, mientras recupera todos esos sueños de infancia que aquellas niñas depositaron en ellas y que, solo por esta vez, no terminarán en el contenedor amarillo, sino en estas imágenes, en esta exposición que no, no es inquietante pero sí muestra que la eterna belleza, la mirada perdida y la sonrisa perenne de la barbie es también una demostración de la vigencia del mismo producto. Ni Monsters High ni aquellas cosas cabezonas pueden destronar a la verdadera reina de las mentiras infantiles, la barbie.

Job Ledesma

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